Aunque no lo quiera, uno está conformando su marca personal todo el tiempo. A pesar de que todo lo que hago sucede detrás del nombre de alguna de mis agencias, en contacto con miembros de mis equipos y a través de desarrolladas estrategias de comunicación y branding muchas personas siguen poniendo a Horacio como punto de referencia en sus mentes.
Muchos de los referidos que llegan a nosotros escriben directamente a mi teléfono mensajes como «Hola Horacio, me pasaron tu contacto porque necesito hacer la web de la empresa donde estoy trabajando», dejando en ridículo a los complejos sistemas de recepción de leads, automatizaciones de mensajes o canales creados de forma específica.
Eso básicamente sucede porque en muchas personas la idea de —internet— está asociada de forma inmediata con —horacio—. No solamente esto es positivo, sino que me encanta que así sea.
Que esta asociación tan valiosa suceda no es algo fácil de conseguir y mucho menos de mantener. Cualquiera puede reemplazar las asociaciones de internet, web, diseño o desarrollo en su mente por otra persona o simplemente olvidarme porque no sabe nada de mí durante determinada cantidad de tiempo. Y sobre este aspecto fue que quise trabajar en las últimas semanas.
Pensé que un newsletter concebido bajo el original concepto de lista de distribución de los inicios de internet podía ser una buena forma de mantenerme en contacto con personas que son relevantes para mí.
La lista
No quería disparar para todos lados para intentar pegarle a alguien por lo que consideré que armar una curada lista de contactos era el primer paso. La misma la confeccioné a partir de revisar las siguientes fuentes:
- Contactos de mi teléfono.
- Correos electrónicos desde 2005.
- Conexiones de LinkedIn.
Filtré los contactos que consideraba oportunos con el juicio de pensar si realmente lo que tengo para decir será relevante para ellos. Luego de excluir a personas con las que no me interesa estar en contacto llegué al número de 274. Todas personas con las que conversé en algún momento, trabajamos juntos, compartimos algún evento, fueron clientes, proveedores o partners.
Esa lista estuvo ahí sin que nada sucediera durante semanas.
La herramienta
Si bien Mailchimp era la primera opción, decidí aprovechar la oportunidad para explorar otras herramientas y así fue como llegué a Brevo (antes Sendinblue) que me permitió configurar el remitente, importar la lista y preparar el formato de los correos de manera bastante sencilla.
Así envié el primer mensaje, solo explicando los motivos de por qué estaban recibiendo ese correo.
La respuesta
Sigo sorprendido con el resultado, sobre todo porque no tenía ninguna expectativa. Más del 80% de las personas abrieron el correo, de las cuales solo 6 se desuscribieron.
Tuve respuesta de quienes agradecían que los haya incluido en la lista, de quienes se alegraban de saber de mí y de quienes me preguntaban detalles técnicos de lo que estaba haciendo.
Algunos aprovecharon el contacto para contarme sobre lo que están haciendo actualmente y para consultarme sobre mis proyectos actuales con un interés genuino. Surgieron reuniones y llamadas para ponernos al día con personas con las que no hablaba hace más de diez años.
Hasta algunos otros solicitaron presupuesto para algunos proyectos que tienen dando vueltas por lo que hay varias llamadas discovery agendadas con mi equipo. No imaginaba que algo así podía suceder con un primer correo.
La promesa
Básicamente en el primer correo prometí compartir de manera breve los temas relevantes que son parte de mis conversaciones diarias con otras personas. Ahora que tengo su atención, solamente me queda hacer el trabajo.